Todos vemos frecuentemente como los documentos que contienen datos personales, confidenciales o secretos son manejados alegremente y posteriormente arrojados a la basura normal (urbana o específica de papel).
Como integrante del proceso, o simplemente como observador de la irregularidad, debemos ser responsables y advertir de la importancia de un correcto procedimiento para que sean destruidos de una manera segura y que no puedan ser “interceptados” por algún desaprensivo. Nadie se queda tranquilo con su conciencia se ve un niño sin cinturón de seguridad, un motorista sin casco, un cirujano sin mascarilla, un barco sin salvavidas, etc. ¿Por qué entonces premitimos impasibles que documentación confidencial circule sin control hasta ser reciclada?